Relatos ciertos de la facultad de Bellas Artes de San Carlos Valencia, capítulo I

Vicente Ponche Ferrero Rocher se despertó empapado en fría viscosa repugnante mermelada de ciruela y en triple salto mortal de azotea en azotea se puso en pie "soy el puto amo" se autocelebró precipitadamente pues acto seguido cometió un error de cálculo desliz pérdida del equilibrio y finta, traspiés, se fracturó en fatal desafortunada caída todos los húmeros los mastoides y sacroespinales qué hostia padre nuestro austropotamobius pallipes.
-Que te lo tengo dicho -le dijo su mujer- que te lo tengo dicho telotengodichotelotengodicho.
-Palinodia! -clamó él, enfático.
Frente a su liso reflejo se sorprendió brincó lloró de alegría al comprobar, milagro!, que nuevamente lucía frondosa cabellera de dorados bucles oh qué pelambre oh qué melena que lustroso torrente catarata salto de cegador bronce capilar cual madonna de dos dólares!. Bebió de un solo trago su descomunal bol de café con cigarrillos y salió a la calle abrasando el sol de su tupé los ojos de cuantos adoradores le miraban.
-Savonarolla.
Un alumno se postró a sus pies dio volteretas ladró le dijo:
-¡Mi madre es un pez!
-Pero grandísima pústula -respondió Ponche pateando maliciosamente sus costillas con la lengua- pero grandísima placenta de koala!
El alumno se lamentó se golpeó la cabeza con un martillo se colapsó de puro imbécil.
-Comencemos.
Escuadrones de platillos volantes descendieron sobre el recinto ejecutaron el plan nueve del espacio exterior convirtiendo a todos en muertos vivientes con capas de terciopelo púrpura con corpiños con maquillajes y narices de payaso rojo cadmio.
-¡Max Ernst! -gritó Bosé Galípedo.
-Diosanto -se espantó Ponche Ferrero Rocher al advertir aquella máscara aquel rostro picado de viruela aquel paisaje lunar aquel mosaico de cráteres aquella dermis como horadada por un topo aquel ominoso semblante craquelado.
Chema Limo entró en acción descuartizando las gafas fluorescentes de Galípedo en espectacular splash page desplegable cuatro páginas offset cuatricomía.
-Limo, fango -dijo Chema-, lodo atávico y jardín del Edén rana o mustélido o lemur que se unta de mantequilla su propio vientre, finiquito.
-Ciertamente -dijo Ponche Ferrero Rocher prendiendo fuego a la oreja de un alumno y fumándoselo de una calada por la punta del zapato-. ¿Y ahora qué?
-Es la hora de las tortas -dijo Limo metamorfoseándose por efecto de rayo gamma en La Cosa de los Cuatro Fantásticos y materializando con el chasquido de sus dedos una limusina blanca de cuarenta y cinco metros de longitud-. Sube.
-Yo conduzco -dijo Ponche Ferrero Rocher, pisando el acelerador, atropellando hordas de politécnicos recién salidos de la manicura.
-Hay diez mundos en la persona -balbuceaba San Tigretón borracho perdido girando frenético agonizando en su carajillo con mucho matarratas sin nada de café- hay diez mundos en la persona y yo soy Holbein.
-El Viejo -preguntó Chema Limo La Cosa- o el Joven? -mas nunca lo supo porque San Tigretón lo remachó lo oxidó lo convirtió en chapa y pintura, ensamblage, qué bonito, qué precioso, éxito y aplauso de público y crítica en su retrospectiva del IVAM.
-Te gano -faroleó retórico incierto sudando espátulas Savorit Tiramisú apostando su fortuna su título nobiliario esposa e hijos a un pulso con Javier Lapa Es Interesante perdiendo llorando como una niña tratando en vano de ofrecer cerezas exquisitas a sus alumnas que lo miraban con asco pegándose un tiro y muriendo finalmente ante la ovación de todos los presentes.
Ponche Ferrer tosía una supernova de esputos de colillas de faringes se le saltaban los ojos "me muero" decía "me muero" cuando una becaria bellísima una potorra de Russ Meyer de portentosas piernas de apoteósicas tetas de cristianas curvas que en éxtasis báquico en lúbrica danza al borde del pánico le decía:
-Es usted muy interesante. Me gusta su corbata.
-Es de Gotfried Benn.
-¿Vamos a mi casa?
-No.